EL FUTURO TOMA EL MANDO

Foto: RFEA

Durante los últimos cuatro días la federación Española de Atletismo nos hizo vibrar con los éxitos alcanzados por los atletas jóvenes en el Europeo Sub-20 disputado en Tampere. Catorce podios. Algunos esperados y habituales, como las medallas en marcha o en el relevo largo. Otros abren escenarios hasta ahora desconocidos, como los triunfos en los 100 metros lisos, en disco femenino o jabalina masculina.

Mientras esto sucedía, la selección española femenina de baloncesto sUB-20 se deshacía sin problemas de Lituania en la final del Europeo. Una nueva medalla en un verano de éxito para el basket español. Si la pasada semana los chavales de la Sub-18 tiraban de épica (y del genio de Del Pino) para convertirse en campeones, esta semana no hizo falta esperar ni siquiera al último cuarto. Las pupilas de Isaac Fernández arrasaron a las lituanas ganando la final de Matosinhos por cincuenta y dos puntos de diferencia. Poco más que decir.

Hace unos días eran las selecciones Sub-16 y Sub-19 de voleibol las que subían al podio europeo y mundial. Y así podríamos seguir.. balonmano, piragüismo, natación artística, hockey sobre patines o waterpolo. La cantera del deporte español funciona y lo hace no sólo en aquellos deportes en los que España es hegemónica desde hace décadas, como a golpe de patines y stick, sino en aquellas disciplinas donde tiene especial valor habida cuenta de los millones de jóvenes que las practican en todo el mundo: fútbol, baloncesto y, ahora, atletismo.

Sin duda unos de los motivos del éxito del deporte español, tanto masculino como femenino, es el trabajo de la cantera. No hay más que echar un vistazo a las páginas web de las distintas federaciones para comprobar el intenso trabajo que se ha venido haciendo en el fortalecimiento del deporte base. No hay atajos para el acierto y menos si lo que se quiere es mantenerlo en el tiempo. Las sucesivas cosechas de talento joven han permitido el recambio generacional en aquellas disciplinas que vivieron la retirada de nombres míticos. Fútbol o waterpolo afrontaron – y superaron- la retirada de quienes habían llevado el deporte español a lo más alto.

El mismo camino debe seguir el balonmano, con una generación joven ya curtida y exitosa en la alta competición, y que afronta el ciclo olímpico con el objetivo de incorporarla al combinado nacional y cohesionar un grupo que continue la senda del triunfo. También el baloncesto se enfrenta al reto de trazar un nuevo tiempo, con la tranquilidad del talento que acumula en las categorías inferiores aunque la “fuga” a USA sea una realidad con la que debe vivir y convivir el staff de la selección.

En definitiva, España ha aprendido a trabajar desde abajo. Sin duda con espacio para la mejora y mucho camino aún por recorrer, pero también con resultados que avalan lo que se está haciendo. No hay atajos para el acierto ni es suficiente con el talento. La excelencia precisa de instalaciones adecuadas y accesibles a todo el mundo, personal técnico cualificado, respaldo institucional y social al deporte y una estrategia definida – y acordada entre los distintos agentes – que permita alcanzar los objetivos marcados. Inteligencia, esfuerzo y perseverancia. No hay otro camino.

LAS GAFAS DE LAMINE

El Barça gana la Copa del Rey a un Madrid que no ha sido capaz de superar al eterno rival en toda la temporada.  El Barça de la cantera, de la Masía, del entrenador capaz de conjugar a Casadó con Lewandowski y que suene bien, derrota de nuevo al Madrid y se lleva el segundo título en juego. El Madrid de Mbbappé sucumbe ante el Barça del chaval de Rocafonda y el “304” vuelve a escena, a brillar, en cada centro letal que envía con ese guante de seda que envuelve su pie izquierdo. Centro; gol de Pedri. Pase; gol de Ferrán para forzar la prórroga cuando ya los blancos se veían campeones. Luego Koundé, su socio, remató la faena. La Copa a Can Barça.

La chavalada blaugrana se viste de fiesta en la Cartuja sevillana. Lamine se sube los faralaes a la cabeza teñida de oro y se coloca dos pares de gafas mientras da rienda suelta a la alegría y la tensión. Ya tienen los “analistas” temazo para dos semanas. Quince días, para ser exactos, en los que el asunto central de las tertulias va a ser la conveniencia o no de que un chaval de diecisiete años se tiña el pelo de dorado y se ponga dos gafas de sol en la primavera nocturna andaluza para celebrar un título. Han opinado todos. Y se han quedado a gusto. Las gafas, el pelo, el tinte, los amigos, el “entorno”, las malas influencias… Las asistencias, lo de menos.

Quince días de fuego fatuo hasta el once de mayo. El Madrid llega a Montjuic con una bala en la recámara. Mbbappé la dispara y los blancos se ponen 0-2 ante las miradas atónitas de la afición culé. Así que Lamine se echa el equipo a la espalda y lidera el ataque desde la derecha. Una, otra, y otra… Será Eric Garcia quien consiga reducir distancias rematando, impecable, el córner de Ferrán. Luego la magia recorre el estadio mientras Yamal coloca el balón en la escuadra, como si todas las tardes reviviera aquel gol contra Francia. Es el empate a dos, pero el Madrid ya está tocado. Faltan los dos tantos de Raphinha para hundirlo. La celebración es contenida. Falta Liga y puntos por disputarse así que no conviene vender la piel del oso, aún.

Pero el run-run recorre ya la Europa futbolística.. y si un chaval con los dieciocho recién cumplidos recibiera el Balón de Oro?… Y si España guarda en ese “304” al heredero del gran Lionel… Y si el pelo dorado y las gafas de mentirijilla a pares, y los brackets de colores y las gorras hacia atrás no tuvieran, en realidad, tanta importancia.. Lamine sonríe, de medio lado, saluda, responde tranquilo y prepara coreografías con su amigo Balde mientras el guante de la pierna izquierda desafía al mundo. Y si sólo fuera un chaval de diecisiete años?. Y si sólo fuera el mejor jugador del mundo vestido con la piel de un adolescente de Rocafonda?… 

EL (POSIBLE) CESE DE TOMÉ

Foto: AFP

Ya lo decía el maestro.. el fútbol es así. Un deporte apasionante cuya penetración social excede con mucho el ámbito deportivo y en el que las decisiones de deportistas, técnicos o directivas son siempre controvertidas. Montse Tomé será, casi con seguridad, relevada esta próxima semana de su puesto de seleccionadora. O, para ser más exactos, no será renovada en esta responsabilidad. Según se cuenta en los cenáculos más informados, el puesto lo ocupará Sonia Bermúdez, actual seleccionadora Sub-19, aunque también hay quienes señalan a José Luis Sánchez Vera, que ganó la Liga con el Atlético de Madrid y abandonó la Real Sociedad al final de esta temporada tras un paso no demasiado exitoso.

Si nos limitamos a analizar los resultados deportivos podría extrañar que alguien ponga en duda la continuidad de la seleccionadora. El combinado nacional ha sido campeón de la Nations League, quedó cuarto en los JJ.OO. y, recientemente, subcampeón de Europa. Esto le ha valido volver a aparecer en el número uno del ranking FIFA. Ninguna de las “grandes” del fútbol femenino mundial ha conseguido mantenerse en las cuatro primeras posiciones en todas las competiciones. España, sí. En el último Europeo sólo los penaltis la separaron de la corona. Ganó todos los partidos excepto el último y, en la mayor parte del torneo, con un juego divertido, eficaz y talentoso. España es una fuente inagotable de talento futbolístico con un plantel exquisito de jugadoras que justifican estos resultados si bien en raras ocasiones la calidad de las o los deportistas es suficiente para afrontar con éxito los retos.

Pero el fútbol es más que resultados. Es expectativa, sentimiento grupal y ruido. Mucho, mucho ruido. Y Tomé, pese a sus esfuerzos y a que en el último mes parecía haberlo conseguido, nunca logró acallar el ruido. Aquél 25 de agosto de 2023 Montse Tomé aplaudió a Rubiales y esa imagen la ha perseguido estos dos años. No fue la única. También lo hicieron De la Fuente o la propia Sonia Bermúdez sentada a la diestra de Tomé. Pero la asturiana era la número dos de Vilda y le sucedió en el cargo con “el cadáver” aún caliente, así que su dimisión junto a la práctica totalidad del staff femenino, al día siguiente de la vergonzosa asamblea organizada por Rubiales, no fue gesto suficiente para valer el perdón que otros parecen haber conseguido.

A Tomé se le ha dado poca tregua en estos dos años. Desde los difíciles inicios con la convocatoria rechazada por varias jugadoras y las reuniones interminables entre una Federación “en precario” y el CSD hasta la paz del último Europeo parece que ha pasado un siglo, pero ha sido un siglo que ha dado poca paz a la seleccionadora. Criticada en el éxito o en lo que se veía como un fracaso, en las decisiones tomadas y en las que dejaba de tomar, en la gestión de grupo, en los cambios y en las convocatorias, fueran aquellas cuales fueran. Pese a ello Tomé parecía ajena a las críticas y no puede negarse que asumiera riesgos y llevase adelante cambios que, seguramente, eran imprescindibles y serán asumidos ya por quien la sustituya.

El primero fue la no convocatoria de Jenni Hermoso. La jugadora, enrolada hoy en el Tigres mexicano, es mucho más que una delantera; es un auténtico símbolo para el fútbol femenino español. Por ello aceptó de mala gana el papel secundario en la convocatoria y aún peor no estar entre las elegidas para la Eurocopa. Sin embargo, la sustitución de Hermoso posiblemente sea irreversible en esta fábrica de talento nacional, más teniendo en cuenta que la futbolista milita en una liga muy alejada de los estándares europeos o de USA y las excelentes prestaciones que han dado Esther, Martin Prieto, Pina, o Athenea. Pero nada hay más costoso que sustituir a un símbolo. Que se lo pregunten a Luis Aragonés sometido en su día a un vapuleo nacional tras no convocar a Raúl González, hasta entonces capitán del combinado español.

Con todo, el mayor logro de la seleccionadora ha sido precisamente la transición entre una generación de oro y otra que asoma para emularla así como rescatar a jugadoras talentosas que no tenían entrada hasta entonces. Además, consiguió la vuelta de otras como Patri Guijarro, núcleo duro de la oposición a Vilda y Rubiales, y que terminó siendo santo y seña de la selección. Tomé consiguió cohesionar un equipo rebosante de calidad y ávido del balón. Repartió galones en un centro del campo de ensueño pero también abrió el foco para dar cabida a otras jugadoras que convirtieron las bandas en dos cuchillos de despiece. La selección desplegó una presión asfixiante robando balones sin descanso y desarmando a los contrarios y la seleccionadora trabajó el balón parado, una de las asignaturas pendientes del combinado. Incluso la gestión del vestuario, especialmente en este último Europeo, parecía haber logrado un grupo unido, cohesionado alrededor del staff y tranquilo.

Sin embargo, la pérdida ante Inglaterra convirtió la paz en ruido, nuevamente. El cambio de Putellas (inexplicable para unos y tardío para otros), la inclusión de Salma (defendida y defenestrada a partes iguales), la sustitución de Athenea (en la que Tomé había confiado cuando pocos lo hacían) o la elección de jugadoras para los penaltis… tienen ustedes alguien mejor que Aitana o Mariona?.  El fútbol es así y el fútbol femenino, también. Tomé, caso de no ser renovada, no sería la primera relevada pese a los buenos resultados deportivos. Al caso de Aragonés podríamos sumar el de Del Bosque, cesado en el Madrid tras haber conseguido dos campeonatos de Europa y dos Ligas en cuatro años. Valverde fue cesado del Barça tras haber ganado dos Ligas, una Copa y una Supercopa en un Barcelona que no superaba la “presencia” de Luis Enrique.

Así pues, quien sustituya a Montse Tomé será recibida (o recibido) con albricias pero tendrá la obligación no sólo de superar los números de la asturiana sino de gestionar con sabiduría las expectativas que, en fútbol en España, son extraordinariamente elevadas. Recibirá un vestuario más tranquilo pero también más diverso, con la llegada de nuevas voces. Y se enfrentará al primer test en octubre con las semifinales de la Nations League, con el reto de mantener el título ganado en 2024. Las expectativas, siempre las expectativas. Y el ruido, claro.

NIKO SE QUEDA

Foto: Más fútbol

Con un emotivo vídeo y un discurso breve pero sin dejar nada al azar, Niko Williams -acompañado de su hermano Iñaki- anuncia a la parroquia del Athletic de Bilbao su decisión de renovar por el equipo de la ría del Nervión. Termina así un mes en el que la posible llegada del menor de los Williams al Barça llenó páginas de periódicos y horas de tertulias desde que a principios de junio se filtrase que el joven extremo español negociaba con el club culé.

Como era previsible, la operación provocó una cascada de reacciones, entusiastas en Can Barça -con post de Lamine incluído- y de frontal rechazo en la otra orilla. La directiva del Athletic se plantó en la cláusula de rescisión mientras la afición bilbaina se repartía entre las lamentaciones de todo tipo y conductas incalificables, como el borrado de la cara de Niko en el mural de los Williams, pintadas varias -todas de mal gusto- y amenazas directas en las redes sociales al jugador y a su familia.

En realidad Niko había empezado, futbolísticamente, con los pequeñines del  San Jorge de Pamplona y el Bilbao lo fichó mientras era jugador de la base del Osasuna, siguiendo el camino de tantos niños de Navarra y el País Vasco que son captados para Lezama. Vamos, como la historia de David y Goliat que ahora se contaba frente al Barcelona, pero al revés. Sea como fuere en los inicios de su carrera, ahora los Williams forman parte de la esencia del club vasco; son algo así como la marca de la casa de una entidad cuyo arraigo y penetración social exceden mucho el ámbito deportivo.

Será precisamente por ello por lo que el anuncio de la decisión de Niko tuvo un mucho de épica bilbaina y un casi nada de proyecto profesional del jugador. Niko se queda porque es “un león” generoso y leal, porque es “uno de los nuestros”, porque “resistió” el acecho y los cantos de sirena “de los poderosos”. Niko se queda por su familia, por sus amigos, por el escudo, por el himno, por la historia, por su hermano convertido en capitán…

Resulta un poco extraño que en todo este relato lo de menos haya sido el interés de la carrera del jugador. Los posibles títulos, convertirse en el mejor extremo izquierdo del mundo, conseguir ganar la Champions, llegar a ser Balón de Oro… Posiblemente tardaremos un tiempo en conocer todos los entresijos de un mes en el que el futuro de Niko Williams anduvo en boca de todos. Ojalá haya acertado en su decisión, por él, por la selección y por el fútbol español. Y ojalá quienes le ayudaron a decidir hayan pensado en Niko y sólo en Niko. Ojalá.

APUNTES SOBRE UNA DERROTA

Foto: Associated Press

Empezó bien el ocho de junio, con las victorias de los hermanos Márquez y la remontada histórica de Alcaraz, pero la alegría no pudo completarse con el segundo título de Nations League para la selección española masculina de fútbol, tercero que hubiera sido de Luis de la Fuente. Los penaltis y el fallo de Morata se colaron para amargarle el fin de temporada al seleccionador y, de paso, a los Lamine, Pedri, Oyarzábal o Zubimendi que no jugarán el Mundialito de clubes y aspiraban a irse de vacaciones con un nuevo título bajo el brazo.

No es mala cosa perder contra Portugal, una de las mejores selecciones del mundo y quizás la más equilibrada de Europa, y menos hacerlo en la Nations, a un año del Mundial y con tiempo para corregir errores, tapar grietas y eliminar dudas. Naturalmente las críticas al seleccionador han aflorado de inmediato. No lo tuvo fácil al llegar y no parece que la cosa vaya a mejorar, ni siquiera con los éxitos que le avalan. Él lo sabe y cuando los resultados ayudan se viene arriba o señala directamente a quienes ponen en cuestión su sistema, sus convocatorias o se cuelan por la mínima rendija por la que el combinado español pueda hacer aguas.  En cualquier caso es un buen momento para analizar fortalezas y debilidades de una selección que puede volver a traernos las victorias de aquella mitica de los Iniesta, Villa, Ramos o Casillas.

1.- Una selección de autor. Es España una selección de autor, de un autor, Luis de la Fuente, testigo de la evolución de la mayoría de sus futbolistas elegidos. Él trajo a Cucurella, recuperó a Fabián, confió los extremos a los más jóvenes y apuntaló a Laporte y a Morata incluso cuando muchos les hubieran dejado fuera. Ha sido, sin duda, la mayor virtud del grupo. Responder a una idea, mantener un esquema de juego reconocible y reconocido y que cualquiera que se suma sepa de inmediato qué se espera de él y cuál es el papel que le es encomendado. Sin duda una gran virtud para el combinado nacional, especialmente con jugadores tan jóvenes y la diversidad de equipos en los que juegan. De la Liga a la Premier, de Francia a Arabia Saudí. Pero el autor no tiene porqué convencernos a todos.

2.- El carril derecho, un drama. La lesión de Carvajal afectó al rendimiento del Madrid toda la temporada y ha marcado de manera definitiva a la selección española. Se trata no sólo de defender sino de dar alternativas a Lamine Yamal, tal y como hace Koundé en el Barça o como han logrado por la banda izquierda Cucurella y Williams. De la Fuente convocó a Porro y Mingueza incapaces, ambos, de responder al reto. El del Tottenham estuvo algo más inspirado en ataque pero flaqueó ante Francia; el del Celta salió en la foto de ambos goles portugueses, incapaz de cerrar el flanco y desbordado, siempre. Eric García parece la opción más válida toda que vez que Llorente no ha logrado entrar en los planes del seleccionador pese a su gran estado de forma. Sin duda, urge Carvajal y urge una alternativa, Lamine necesita un socio.

3.- Pedri, Rodri y amigos. Sin lugar a dudas el centro del campo español es, junto al portugués, el mejor de Europa. Incluso pese a la baja del Balón de Oro, Rodri, los Pedri, Fabián, Zubimendi, Merino, incluso Isco… derrochan talento y capacidad para controlar el balón ante cualquier adversario. Pero es necesario ordenarlos. La colocación de Pedri no es un tema menor. De la Fuente lo ponía tradicionalmente casi como media punta mientras Flick lo ubica más atrás. Ante Francia el seleccionador rectificó y retrasó su posición; la idea funcionó. Pero todavía sobrevuela la duda, y algunas más. ¿Son Isco y Pedri compatibles?. Zubimendi cumplió con creces su papel de pivote, ¿tendrá continuidad?. Fabián ha crecido enteros; ¿Galones para Fabián?… El exceso no es mala noticia y habrá que tener varias alternativas.

4.- Esto va de meter gol. España era tradicionalmente una selección a la que le costaba lograr el gol. Incluso la mítica selección de Iniesta, Xavi, Ramos, Torres.. no sólo era menos vertical que la actual sino que tenía menos capacidad goleadora. La España actual, la de los extremos estrella, cuenta con numerosas alternativas para llegar a la red. Lamine, Niko, Olmo, Oyarzábal, Merino, Ferrán.. y ¿Morata?. Dejando a un lado el debate sobre el “9” o el “falso 9” o el “casi 9”, España tiene gol. En jugada desde fuera, en el área, por fuera, por dentro,  a balón parado o al contraataque. Y tiene un capitán apreciado en el vestuario, querido por staff y jugadores, pero eternamente discutido por la afición. Dejando a un lado sus características y su valor a la hora de aguantar el balón y lanzar el ataque y más allá de las confesiones y ese “abrirse en canal” al que Morata se ha sometido en el documental “No sabéis quién soy”, lo cierto es que su papel va mucho más allá de sus prestaciones como delantero. Morata es un capitán a la vieja usanza. Empático y capaz de entenderse en la juerga y en el dolor, todo grupo con aspiraciones necesita un punto de anclaje interno. Ese es Morata. ¿Irá Morata al Mundial?. Si no está lesionado y él quiere, irá. Y el grupo lo agradecerá.

5.- ¿La portería?; no hay debate. Es poco aficionado el seleccionador a las revoluciones. No a los cambios; no hay más que ver la línea firme trazada desde su llegada, pese a la gran cantidad de jugadores que ha hecho debutar con La Roja. De la Fuente tiene un modelo y un plan para llevarlo a cabo. Y en ese viaje sus porteros son Simón, Raya y Remiro desde el pasado año. Y Jordi García?. La gran temporada del portero del Español introduce una variante que el seleccionador habrá de tener en cuenta. En todo caso cualquier portero que quiera llegar al combinado nacional debe contar con un buen juego con el pie y una estimable salida del balón. España no va a cambiar se seña de identidad y quien quiera subirse al carro debe adaptarse. El balón sale jugado y el portero protagoniza el inicio de la jugada. Eso es innegociable y por el momento no se prevén novedades.

6.- Un lujo de secundarios. Pero España juega, convence y gana por su “fondo de armario”, por la panoplia de jugadores con los que el seleccionador cuenta para apoyar al talento excelso de esa estructura central Rodri-Pedri-Fabián-Lamine que componen, dirigen y ejecutan la sinfonía. Para que este mecanismo funcione debe estar protegido y amplificado por una pléyade de “secundarios” de lujo. Le Normand, Cucurella, Zubimendi, Ayoze, Baena, Grimaldo, Merino o el gran Oyarzábal, ese delantero humilde e indetectable especializado en marcar goles históricos al que el seleccionador convirtió en pieza clave del engranaje. De ellos depende buena parte del éxito de un equipo que puede convertirse en histórico.

España es una selección de autor. Y el autor está decidido a llegar al Mundial en las mejores condiciones y con el equipo más engrasado. Habrá que ver la evolución de los jóvenes que han revolucionado el fútbol español. Lamine, Niko, Pedri, Cubarsí, Asencio, Huijsen o Casadó. Habrá que analizar el estado de forma de Rodri, el comandante en jefe, tras su lesión del cruzado y si Carvajal aún puede llenar el vacío abierto en la banda derecha. Una temporada para comprobar las prestaciones de esa treintena de jugadores que han formado parte de las convocatorias recientes y que lucharán por hacerse un hueco en una lista en la que todos quieren estar para intentar revivir aquél sueño de verano en la Sudáfrica de 2010.

LOS SUEÑOS DE TODOS

Si son ustedes amantes de las fechas históricas no olviden guardar para siempre los días del 7 al 10 de octubre de 2024, la semana en la que dos de los mejores deportistas de toda la historia – no sólo españoles- anunciaron su retirada. Los días en que el deporte mundial volvió los ojos emocionados a España para escuchar y honrar, una vez más, a dos monstruos que nos enamoraron y forman ya, para siempre, parte de nuestra historia.

Iniesta y Nadal, Nadal e Iniesta. Es posible que a usted el fútbol le dé igual, pero con toda seguridad recordará aquél “Iniesta de mi vida!!!!” con el que el comentarista se rendía al talento que nos iba a colocar una estrella en el pecho. Quizás usted no sepa ni le interese mayormente el tenis, pero seguramente nunca olvidará las tardes de domingo, primavera tras primavera, con Nadal apretando el puño y revolcándose en la tierra sagrada de la Philippe Chatrier ante el asombro – primero-  y el entusiasmo – después-  de la afición francesa y mundial.  

El deporte tiene algo de competición pura y dura y un mucho de catarsis colectiva. Pocos como ellos simbolizan ese júbilo compartido que atravesaba el país de norte a sur y sin entender de diferencias sociales ni políticas. No hay manifestación ni convocatoria capaz de sacarnos a todos a la calle, envueltos en banderas patrias, como lo hizo aquél gol de Iniesta o los triunfos en la Eurocopa de aquella generación y ahora de la presente. No había boda ni evento familiar capaz de hacernos perder aquellos mágicos “drives” de Rafa  que sonaban por el aire como si le lanzase un cuchillo al adversario.

Nada como ver aquellos aguerridos holandeses, supuestos herederos de “la naranja mecánica” y que se hartaron de dar patadas, fascinados por la imagen menuda de Iniesta gritando al mundo su gesta. Nada como ver, año tras año, cómo los “perversos gabachos” se rendían al talento de Nadal, al que recibieron como un advenedizo y terminaron haciéndole una estatua e invitándolo a llevar la antorcha olímpica a los pies de la Torre Eiffel. No cabe más amor.

Pero además del brillo y los laureles, ambos deportistas nos dejan algunas lecciones importantes. La primera, y más importante, que el deporte no es sólo oropel y triunfo, ni siquiera para los mejores. Iniesta contó, con la voz calmada de quien ya a nada teme, su paso por los infiernos de la ansiedad y la depresión. Nos contó que un día pensó en dejarlo todo, en abandonar su pasión, en colgar las botas porque no era capaz de superar el miedo, el terror a una nueva lesión, la presión, el dolor por el amigo muerto. Que no lograba encontrar el sentido a todo aquél sufrimiento. A Iniesta el Mundial le regaló no sólo un lugar en la historia para siempre sino que le devolvió la razón por la que jugar al fútbol, la alegría, la magia.. y un momento único para volver a decirle a Dani Jarque que sería eternamente su amigo.

“Rafa se acostumbró a vivir con dolor”. Así explicaba Toni Nadal el calvario que su sobrino vivió desde que en el año 2005 un médico le anunció que su carrera deportiva había terminado por culpa del síndrome de Müller-Weiss, o, dicho de otra manera, una degeneración del escafoides tarsiano que le impedía apoyar el pie.  Durante casi veinte años la historia de Rafa Nadal ha sido una historia de superación pero también de reconocimiento, en muchas ocasiones, del dolor propio, de que el cuerpo le exigía parar. Cada triunfo era una epopeya contra los adversarios pero, sobre todo, contra sí mismo. Cada partido era un regalo; cada victoria, una tregua ganada a pulso..levantar los brazos y vuelta a empezar.

Iniesta y Nadal nos enseñaron a mirar el éxito de otra manera. A conocer la cara oculta del triunfo, esa que casi nunca veíamos. Nos enseñaron sus temores, su dolor, sus lágrimas, su impotencia pero también su grandeza. Sus triunfos fueron los de todo el país, sus sueños, los sueños de todos convertidos en realidad colectiva, en triunfo compartido, que es como mejor saben. Ni el uno ni el otro conjugaron nunca la primera persona del singular. Ni uno ni otro se olvidaron jamás del equipo, de quienes les rodeaban, quienes les apoyaban, quienes les hacían más y más grandes, quienes les sujetaban en las derrotas y les dejaban brillar en las victorias. Porque precisamente los más grandes saben que no hay triunfo que se pueda contar como una historia individual, que no hay trayectoria que se explique en solitario, que no hay victoria sin un equipo al lado. Por eso, por todo ello, sus sueños han sido y serán para siempre, los sueños de todos. Muchas gracias!.

El éxito y la expectativa

Foto: predicción casera

A pocas horas de comenzar los Juegos Olímpicos de París, el presidente del COE, Alejandro Blanco, hizo una alegre (y a la postre, poco prudente) predicción: “España va a traerse más de 23 medallas, batiremos el récord de Barcelona”. Amparados en los resultados de las competiciones que abrían la puerta a la participación olímpica y con el subidón de llevarse a la capital gala una de las delegaciones más numerosas, el dirigente español colocó el listón en un punto del que nadie quería ya bajarse. En su defensa diremos que el propio diario deportivo L’Equipe otorgaba una proyección de más de treinta medallas, sin que la predicción pareciera descabellada habida cuenta de las prestaciones de equipos y deportistas individuales en todos los niveles del ciclo olímpico. Dieciséis días después del paseo por el Senna, la delegación se vuelve con 18 preseas, cinco de ellas de oro. Una medalla más que en Río y Tokio y con más oros, pero lejos de lo esperado y con cierta sensación de habernos quedado a las puertas en demasiadas ocasiones.

Lo cierto es que las palabras del máximo responsable del COE tenían base para haberse convertido en una realidad. España llevó a Paris trece de sus equipos; el país que más clasificó para la cita olímpica, tras la anfitriona, USA y China. En algunas especialidades como fútbol, baloncesto o balonmano, a los éxitos y el ranking de las escuadras absolutas hay que sumar los de las categorías inferiores, éxitos que permitían augurar la caída del récord del 92 en aquél mágico verano barcelonés. Al lado de los equipos, estrellas del deporte mundial como Alcaraz (en el caso de Nadal y el dobles de ambos era más bien un sueño y un deseo compartido con la afición gala deseosa de honrar al héroe de Roland Garros), Carolina Marín, Rahm o los marchadores Alvaro Martín y María Pérez eran bazas “seguras” y deportistas como Hugo González (natación), Garrigós (judo), los “adrianes” del taekwondo (Cerezo y Vicente), las embarcaciones del 49er y 470, Ana Peleteiro y Jordán Díaz en triple salto, Fátima Gálmez (tiro) o Lucía Martín (esgrima) aspiraban, sin ninguna duda, a subirse al pódium. También lo hacían el k4 500 de piragüismo o los conjuntos de natación artística y gimnasia rítmica.

No cabe duda que la hoja de ruta que debía coronarse en París había ido cumpliendo sus “metas volantes” y sólo quedaba rematar la faena, pero este “remate” no fue el esperado. Atletismo, piragüismo o tenis, junto a la feliz novedad del boxeo cumplieron las expectativas. También lo hicieron los siempre fiables “Hispanos” y el fútbol masculino campeones contra pronóstico; así mismo las chicas del 3×3 sorprendiendo a toda España y el waterpolo femenino que se colgó un oro más que merecido. En otras especialidades la vitola de favorito no fue suficiente para garantizar la medalla. Especialmente dura fue la decepción en el 470 de vela, en tiro o en golf, cuando el pódium estaba ya prácticamente asegurado o en fútbol femenino donde nadie dudaba que nuestras campeonas se colgarían un metal. Mención aparte la lesión de Carolina Marín a un paso de la final olímpica; su dolor iba más allá de lo físico, era el de una deportista que había superado dos gravísimas lesiones y había luchado lo indecible para ser, de nuevo, campeona olímpica. Su sueño roto, apenas a unos puntos de ganar con autoridad la semifinal, retumbó en toda la delegación española y en el conjunto del deporte mundial. Quizás, como dijo Jabois, la lesión de la campeona onubense pueda servirnos a todos como lección de una triste máxima, en el deporte -como en la vida- a veces, aunque lo hagas todo bien, el premio no es el esperado y los sueños no siempre se cumplen.

Pero volvamos atrás.. ¿qué es el éxito en una competición como los Juegos?. Águeda Marqués bate su propia marca en la final de 1500 mts. Dos días antes Marta Pérez batió el récord de España en la misma prueba aunque no fue suficiente para alcanzar la final; el medio fondo femenino español fue una gran noticia y ayudó en el empujón a un atletismo que superó en logros a países tan relevantes como Jamaica, Etiopía o Gran Bretaña.  Valeria Antolino en plataforma de 3 mts y Leslie Romero en escalada ocupan puestos de finalistas en la primera participación femenina en estas especialidades; la juventud de ambas es un dato esperanzador y aún llama más la atención en los saltos, una modalidad en la que no se alcanza el centenar de fichas federativas en España. Jóvenes, también, Laura Heredia (pentatlón), Nadia Erostarbe (surf), Rafa Lozano (boxeo) o Adrián del Río en pragüismo.  Alberto Ginés, campeón de escalada en Tokio, acudió a París tras muchas lesiones y afrontando una competición novedosa en la que la variedad de “bloques” le impidió asomarse a las medallas; tiene 21 años. Todos ellos estuvieron a la altura de lo exigible, aunque no subieran al podium. Horas después de finalizados los Juegos, el doble medallista Álvaro Martín hacía un llamamiento a facilitar la participación en las competiciones internacionales de deportistas jóvenes, incluso cuando no tienen posibilidad de pódium “el éxito es el resultado de muchos fracasos” ha explicado el marchador poniéndose a sí mismo como ejemplo.  

Con todo, el deporte, como cualquier actividad que se realiza públicamente es, también,  una cuestión de expectativas. De cumplirlas o no. Es obvio que la planificación anterior a los Juegos había señalado unos objetivos que, en algunos casos están lejos de cumplirse. Porque más allá de que una mala tarde de competición puedan dejar a Rahm o Peleteiro fuera del pódium, lo cierto es que hay un puñado de deportes en los que los resultados se resisten competición tras competición. Deportes, algunos, con pocas fichas federativas, como la esgrima que no llega a siete mil, donde Lucía Martín no paso de primera ronda cuando era una de las favoritas, pero también en otros mucho más populares como natación, gimnasia, ciclismo, hípica, taekwondo o incluso el judo que, pese al bronce de Garrigós, sigue sin alcanzar el nivel que se le presupone. Otro tanto puede decirse del remo que, pese al gran ciclo olímpico con siete medallas entre europeos y mundiales y a presentarse con una delegación récord, sigue siendo incapaz de sumar una nueva medalla a la plata de Climent y Lasúrtegui en Los Angeles.

Quizás merezca la pena que, pasadas las vacaciones, el COE abra con el CSD y las federaciones una reflexión que permita el diseño de un plan específico para estos deportes que no consiguen avanzar en sus objetivos olímpicos, siguiendo el modelo desarrollado en otras especialidades, apostando por la difusión de estos deportes, el apoyo y la mejora del personal técnico y la apuesta por premiar la excelencia. Aunque aprendiendo de los éxitos de países del entorno, España tiene capacidad para desarrollar un modelo deportivo propio, apoyado en el fomento de la actividad deportiva como eje de la educación saludable, en la promoción de la base como difusor de los valores esenciales en el deporte – cooperación, deportividad, respeto y honestidad – y en la mejora y la apuesta por la excelencia en el deporte de élite. Hay talento, hay emoción y hay masa crítica. Hace falta inversión, inteligencia y un plan. Tenemos cuatro años por delante.

La maldición olímpica

Foto: Estadio Deportivo

Joan Cañellas tienen en su vitrina particular nueve medallas de otras tantas competiciones internacionales con la Selección Española, entre ellas tres oros europeos y uno mundial. Pero ninguna de ellas es una medalla olímpica. Cañellas, que comenzó su andadura en el combinado nacional allá por 2008 participó en los JJOO de Londres, con España lejos del medallero; cuatro años más tarde la Selección, entonces en plena transición, no se clasificó para Río de Janeiro. Casi con un pie en la escalerilla del avión que iba a trasladarles de Tokio, en 2021, Cañellas sufrió una rotura fibrilar que le impidió formar parte del combinado que obtuvo el bronce olímpico.


Tras aquella decepción, Paris era el regalo, el mejor colofón a una carrera exitosa en la que seguía habiendo un hueco para una presea más. Cañellas anunció su retirada del balonmano para después de los Juegos que han comenzado hoy mismo en la capital francesa, pero a nueve días del debut, una lesión en el soleo le hizo bajarse, de nuevo, del barco olímpico. Titulares y teletipos no dejaban lugar a dudas.. una suerte de maldición persiguió al central español impidiéndole subir al cajón y disfrutar verdaderamente de la experiencia de unos Juegos.


Cañellas ha sido uno de los jugadores esenciales en la línea victoriosa de la Selección Española, ayudando a consolidar el proyecto que Juan de Dios Román había lanzado en el cambio de siglo presentando credenciales en las competiciones internacionales. Con el extremeño ya en la presidencia de la Federación y Valero Ribera como seleccionador llegó el joven Cañellas para hacerse fuerte en la defensa española. Lateral rápido y habilidoso, central seguro y contundente, su fortaleza defensiva pronto se vio acompañada de un gran ataque y Cañellas se hizo imprescindible. Por delante, 236 presencias en la Selección Española, nueve medallas y más de 560 goles.


Su carrera trascendió el balonmano español. Tras el oro mundial de 2013 Cañellas recorrió Europa formando parte de alguno de los clubes más laureados del continente. Hamburgo, Kiel, Hungría y finalmente Suiza fueron su hogar deportivo, sin olvidar aquel “spanish Vardar” macedonio con el que conquistó la ansiada Champions junto a Maqueda, Dujshebaev y Sterbik. El lateral español ganó la Liga en cinco países distintos además de Copas, Supercopas y Recopas… pero no pudo colgarse al cuello un metal olímpico.


La “maldición olímpica” no es nueva en la historia deportiva, plagada de grandes nombres que jamás se subieron al cajón en unos Juegos. María Petrova, la más elegante gimnasta búlgara de los años ochenta, la gran Martina Navratilova o estrellas del basquet como el alemán Dirk Nowitzki o el francés Toni Parker comparten la decepción con Cañellas. Ganaron torneos, mundiales, europeos, anillos de la NBA y batieron récords de todo tipo, pero la suerte olímpica les fue esquiva. En el deporte español el caso más llamativo quizás sea el de Rafa Pascual, durante años el mejor jugador del mundo de voleibol, ganador de todos los títulos en las ligas más exigentes, como la italiana, pero sin poder refrendar su calidad en unos Juegos Olímpicos.


Paris se viste de fiesta y rezuma alegría. Diez mil quinientos deportistas cumplirán uno de los sueños de su vida, más allá de cuál sea el resultado final. Porque el premio es llegar, estar allí, competir al amparo del fuego olímpico. Cañellas no podrá. Pero el balonmano español, el deporte español, le debe muchos minutos de gloria. Esté o no en Paris, no olvidaremos sus saltos, su fuerza, sus quiebros entrando desde el lateral, su defensa infranqueable, su coraje, su espíritu competitivo. Porque Cañellas es parte de nuestra mejor historia deportiva y porque él, como tantos otros deportistas que nunca pudieron triunfar en una Olimpiada, se hizo grande en el esfuerzo, el trabajo y el camino compartido. Porque al final el deporte es exactamente eso: luchar, sufrir, disfrutar y, sobre todo, compartir. Y eso, no hay maldición que nos lo quite.

El espíritu de 2008

Nota: Foto de la Federación española de fútbol

Cuando en el minuto 88 del partido, Wirt hizo enloquecer al Stuttgart Arena enviando al fondo de la red el enésimo rechace del enésimo ataque de una Alemania ya desesperada, a España entera le recorrió un escalofrío.. el fantasma de la eliminación en cuartos de final. La vuelta a aquél pasado ramplón en el que apuntábamos a todo y no llegábamos a nada o, lo que era aún peor, al batiburrillo de tiempos de Luis Enrique en el que, por discutirse, se discutía hasta la afición del seleccionador al ciclismo o sus gustos gastronómicos. Por si acaso, en medio del delirio teutón los aficionados al desguace afilaron las navajas y se lanzaron a degüello contra De la Fuente.. los cambios, el ritmo, la defensa, Morata. En un país como el nuestro, que tan bien se desenvuelve en la polémica, la vida y obras de la Selección se viven, a menudo, como las sesiones del Congreso.. con más ganas de eliminar al otro que de sumarlo a la causa. El drama estaba servido.

De todo ello nos salvó el cabezazo de Mikel Merino, cuando los alemanes ya se preparaban para los penaltis, y una prórroga para enmarcar. Porque si podrán discutirse la oportunidad, los cambios o el resultado de los mismos al seleccionador, no cabe duda que el planteamiento y ejecución de la los 27 minutos (largos) de tiempo añadido fueron una lección de control, buen fútbol, cabeza fría y dominio del balón y de los espacios. Y aún así, Alemania pudo haberse llevado el partido en un par de ocasiones que Unai Simón y la suerte frustraron.

España se recuperó del jarro de agua fría del empate a base de coraje e inteligencia. Sin sus mejores extremos, sin la habilidad de Morata, que si bien no marca es esencial para aguantar el balón delante y lanzar el contraataque, y con la fatiga y las consecuencias de la leña que repartió Alemania, la Selección tiró de cabeza para no verse sumergida en el ciclón alemán. Rodri dió una lección de liderazgo; Cucurella, Laporte, Nacho y Carvajal se convirtieron en perros de presa incomodando a la delantera germana mientras Torres, Oyarzábal y Joselu mantenían el balón arriba y avisaban, especialmente el vasco, que en cualquier momento podían darle un susto a Neuer. Pero el arreón definitivo vino de la cabeza de Merino; en el mismo escenario en que su padre, treinta y tres años atrás, amargó la noche al Stuttgart, se elevó por encima de Rudiger – temeroso de Joselu – para llevar la pelota a la escuadra y dejar mudos a los cuarenta mil alemanes que llenaban las gradas y a los millones que seguían el partido desde todo el país.

Lo cierto es que el partido cumplió todas las expectativas. Medios de comunicación y profesionales del fútbol señalaban el enfrentamiento como una final anticipada entre las dos selecciones que mejor han jugado. Si España nunca había derrotado a una anfitriona, Alemania llevaba décadas sin vencer al conjunto hispano en un campeonato oficial. Alguien tenía que romper el maleficio. Lo logró una España que viene recordando a aquél conjunto que nos regaló la primera estrella en el pecho. El periodista Juanma Castaño lleva semanas insistiendo en que este momento le recuerda al 2008, la Eurocopa ganada con Luis Aragonés en el banquillo y con la que se inició el lustro prodigioso. Buen ambiente, jugadores disfrutando el momento y ninguna tensión en la sala de prensa.. no hay mejor garantía para la paz que un equipo victorioso. El espíritu del 2008 planea, efectivamente sobre Donaueschingen, uno de esos bucólicos lugares en plena Selva Negra, donde la Selección española ha encontrado tranquilidad y mantiene un optimismo contenido mientras despliega el mejor juego del torneo.

Esta Eurocopa es ya un bálsamo para el alma maltrecha y dolorida del equipo nacional, convulsionado tras el período doble de Luis Enrique y el reguero de indecencias del “mundo Rubiales”. De la Fuente no llegó con las mejores credenciales y aún parecía un nombre de transición a la espera de la estrella que mejorara no sólo los números de Lucho, sino su relación con la mayoría de los medios de comunicación. Por si fuera poco, la asamblea convocada por Rubiales y la polémica con Sergio Ramos no contribuyeron a mejorar la imagen de quien había demostrado en las categorías inferiores ser un excelente constructor de equipos. Poco a poco, partido a partido, el seleccionador se hizo con el mando, consolidó un grupo, recuperó a jugadores olvidados anteriormente como Fabián o Cucurella – dos de los mejores del torneo – , le dio galones a Rodri para convertirlo en el mejor medio de Europa y le sacó brillo a los extremos soltando al vuelo a esas dos joyas que nos regaló el dios fútbol.. Yamal y Williams, cuya sociedad asombra a todo el continente.

Pero De la Fuente sabía que necesitaba un grupo sólido, concentrado y con respuestas desde el banquillo. No hay, en el fútbol actual, individualidad que garantice un título y esta Eurocopa ha sido testigo de ello. Del banquillo llegaron Nacho, Merino y Olmo, esenciales en el triunfo de cuartos de final y que seguramente lo serán también en las semifinales, habida cuenta de las bajas para enfrentarse a Francia. Probablemente el secreto del éxito haya sido poner al servicio de los jugadores un sistema que los haga aún mejores y les permita ofrecer sus mejores virtudes. Por ello este grupo, además de una calidad técnica indudable y sus cualidades en el manejo del balón resulta más vertical que aquella que asombró al mundo entre 2008 y 2012. El toque infinito, el pase, la posesión, al servicio del gol.

Es posible que España no gane el próximo martes y la ilusión se quede en la semifinal frente a una Francia ramplona en juego pero con mil posibilidades en ataque. Quizás no se alcance la final o se llegue a ella y no se alce el título. Pero, en cualquier caso, España vuelve a estar ya entre las más grandes. Y no sólo por clasificación sino, especialmente, por juego, armonía y actitud. No hay medio en Europa que no alabe el juego, la rapidez, la creatividad y el coraje de la Selección. No hay televisión que no haya ofrecido un reportaje sobre esos “juveniles” que decía Jens Lehmann (hay que ver en qué jardines se mete alguna gente aparentemente inteligente…) que tanto se marcan una diagonal mortal al borde del área como se juegan al “piedra, papel, tijera” quién va a buscar el zumo. Se agotan los elogios para Rodri, Carvajal, Cucurella, Olmo o Fabián.. España ha vuelto. No sabemos si esta Eurocopa finalizará como la de 2008, pero sí sabemos que, de nuevo, estamos en el camino. A disfrutarlo!.

ICI C’EST PARIS

(foto: PSG)

Paris se viste de fiesta para recibir a Leo Messi. La ciudad de la luz lleva una semana bullendo nerviosa en torno a los fastos deportivos. Primero, como sede de la próxima cita olímpica y, desde el pasado viernes, con la alegría de acoger al mejor jugador del mundo. Oh, la, la… Paris.. la gran capital europea, elegante, cosmopolita, hermosa.. la ciudad activista y beligerante pliega la pancarta y saca brillo a su sonrisa mientras el argentino que asombró al mundo levanta la camiseta con el número treinta. El número treinta. Casi, como volver a empezar.

Paris se ilumina y la liga española se apaga. La “mejor liga del mundo” ha quedado en campeonato de medio pelo, merced a los desmanes económicos de los “grandes” y el enfrentamiento, tan enconado como inútil, entre Tebas y la Federación, entre Tebas y los principales clubes, entre los principales clubes y los demás, entre Tebas y el mundo… Mientras La Liga moría de éxito (y de talonario), la Premier y el PSG se vendían al mejor postor.. o a los mejores postores. Y así, entre rusos y jeques y jeques y rusos, fueron tejiendo la red en la que capturar a los mejores futbolistas del mundo. El fútbol es así. O mejor, el fútbol, ahora, es así. Un deporte especulativo en que lo importante es el número de camisetas que vende cada jugador y el horario de las retransmisiones televisivas.

Antes de que el fútbol se convirtiera en esta suerte de Monopoly al que que juegan millonarios con los brazos tatuados, Lionel Messi aterrizó en Barcelona. Es apenas un niño que doma el balón con suavidad y certeza. El 16 de noviembre de 2003 debuta con el primer equipo; tiene 16 años y más voluntad que acierto. Pero ese chaval flaco y veloz va a cambiar la historia del Barça, la historia del fútbol español y la del deporte mundial. Messi ha sido el alma y el motor del tiki-taka, del Barcelona de los seis títulos sobre seis, del fútbol del toque exquisito y los espacios imposibles. Retirados Xavi, Puyol e Iniesta, con Piqué en el ocaso, Leo era el puente imprescindible entre el pasado glorioso y el futuro incierto que descansa en las botas de Ansu Fati o Pedri. Pero no pudo ser. El fútbol es así.. y la Liga, y Tebas, y Laporta, y Bartomeu…

Difícil comprender las dichosas reglas de los límites salariales (para unos si y para otros no). Imposible entender en qué momento aquél club admirado como modelo de gestión deportiva pasó de ser “mes que un club” a esta panda de incompetentes que han vaciado la institución de referentes, las arcas de dinero y las canchas de talento. Paris bulle y la Liga se duele. Los opinadores se esfuerzan en buscar explicaciones o en señalar al dedo, que tapa el sol. Messi tenía que haber jugado gratis, Mbappé está deseando venir y los franceses merecen morir… Lástima que esto no sea una película de la Marvel, porque nos había quedado un argumento precioso. Viernes 13. Comienza La Liga más extraña… Buena suerte, Leo. Disfruta y hazlos soñar. Siempre podremos comprar su camiseta… a 165 euros, eso si… El fútbol, ahora, es así.