(foto: PSG)
Paris se viste de fiesta para recibir a Leo Messi. La ciudad de la luz lleva una semana bullendo nerviosa en torno a los fastos deportivos. Primero, como sede de la próxima cita olímpica y, desde el pasado viernes, con la alegría de acoger al mejor jugador del mundo. Oh, la, la… Paris.. la gran capital europea, elegante, cosmopolita, hermosa.. la ciudad activista y beligerante pliega la pancarta y saca brillo a su sonrisa mientras el argentino que asombró al mundo levanta la camiseta con el número treinta. El número treinta. Casi, como volver a empezar.
Paris se ilumina y la liga española se apaga. La “mejor liga del mundo” ha quedado en campeonato de medio pelo, merced a los desmanes económicos de los “grandes” y el enfrentamiento, tan enconado como inútil, entre Tebas y la Federación, entre Tebas y los principales clubes, entre los principales clubes y los demás, entre Tebas y el mundo… Mientras La Liga moría de éxito (y de talonario), la Premier y el PSG se vendían al mejor postor.. o a los mejores postores. Y así, entre rusos y jeques y jeques y rusos, fueron tejiendo la red en la que capturar a los mejores futbolistas del mundo. El fútbol es así. O mejor, el fútbol, ahora, es así. Un deporte especulativo en que lo importante es el número de camisetas que vende cada jugador y el horario de las retransmisiones televisivas.
Antes de que el fútbol se convirtiera en esta suerte de Monopoly al que que juegan millonarios con los brazos tatuados, Lionel Messi aterrizó en Barcelona. Es apenas un niño que doma el balón con suavidad y certeza. El 16 de noviembre de 2003 debuta con el primer equipo; tiene 16 años y más voluntad que acierto. Pero ese chaval flaco y veloz va a cambiar la historia del Barça, la historia del fútbol español y la del deporte mundial. Messi ha sido el alma y el motor del tiki-taka, del Barcelona de los seis títulos sobre seis, del fútbol del toque exquisito y los espacios imposibles. Retirados Xavi, Puyol e Iniesta, con Piqué en el ocaso, Leo era el puente imprescindible entre el pasado glorioso y el futuro incierto que descansa en las botas de Ansu Fati o Pedri. Pero no pudo ser. El fútbol es así.. y la Liga, y Tebas, y Laporta, y Bartomeu…
Difícil comprender las dichosas reglas de los límites salariales (para unos si y para otros no). Imposible entender en qué momento aquél club admirado como modelo de gestión deportiva pasó de ser “mes que un club” a esta panda de incompetentes que han vaciado la institución de referentes, las arcas de dinero y las canchas de talento. Paris bulle y la Liga se duele. Los opinadores se esfuerzan en buscar explicaciones o en señalar al dedo, que tapa el sol. Messi tenía que haber jugado gratis, Mbappé está deseando venir y los franceses merecen morir… Lástima que esto no sea una película de la Marvel, porque nos había quedado un argumento precioso. Viernes 13. Comienza La Liga más extraña… Buena suerte, Leo. Disfruta y hazlos soñar. Siempre podremos comprar su camiseta… a 165 euros, eso si… El fútbol, ahora, es así.