MIS CHICAS FAVORITAS

Maialen. Agosto de 2016. El kayak de Mailaen vuela sobre las aguas bravas del canal construido en el Parque Radical de Deodoro. Menos de cien segundos después, ya sabía que se colgaría la medalla de oro que tanto ansiaba. Con su pequeña hija, Ane, en brazos y con el oro colgado del cuello, la donostiarra explicaba lo importante que había sido decidirse a ser madre e intentar mantenerse en la élite: “hemos hecho una apuesta por la maternidad y la hemos ganado; quiero visibilizar la importancia de la conciliación”.

Julio de 2021; Tokio. Cinco años después, con 38 años, Maialen sonríe con los ojos llenos de lágrimas, se abraza a los suyos y se da un baño de felicidad, mientras la flamante medalla de plata completa su colección olímpica iniciada con el bronce londinense. Atrás ha quedado no sólo el ciclo olímpico más largo, la pandemia, la dificultad de cambiar de kayak y, sobre todo, intentar superar la incomodidad que le supuso la gloria. No buscaba entrevistas, ni flashes, ni galas ni viajes visitando a sus patrocinadores;  sólo disfrutar lanzada en su embarcación, remar con su gente, ser madre, profesional y deportista. Creyó no poder superar el vértigo que le produjo tanto compromiso social, pero las ganas de volver a disfrutar de la competición olímpica la llevaron a Tokio. Convertida, ya, en leyenda del descenso, Maialen levanta la presea y el pequeño ramillete de girasoles lanzando un beso a la cámara; “Va por Ane”. Ane la espera en casa; esta vez, no pudo viajar con su madre.

Oksana. Chusovitina da la espalda al tapiz, responde al cariño del público dibujando un corazón y con una sonrisa cargada de emoción. Tiene 46 años y termina su carrera de gimnasta a una edad insólita, teniendo en cuenta que en esta disciplina, las niñas de 25 años son consideradas “demasiado mayores”. Oksana ha participado en 8 Juegos Olímpicos bajo tres banderas distintas. Comenzó en Barcelona como miembro de la delegación del “Equipo unificado” que reunía a las ex repúblicas soviéticas y finaliza como gimnasta de Uzbequistán, su país, que le permitió competir por Alemania cuando Oksana y su familia se trasladaron allí para procurar un tratamiento adecuado para la leucemia de su hijo. La enfermedad del pequeño, recaudar fondos para tratarlo,  fue la causa de que volviera a competir y la razón por la que quiso seguir apoyando a la gimnasia uzbeca, en agradecimiento al permiso otorgado por las autoridades para hacerlo bajo pabellón germánico. Este 24 de julio Oksana se llevó una enorme ovación del Ariake Centre. Su hijo, Alisher, hoy tiene 21 años y la siguió desde la distancia; seguramente ese es su mayor triunfo.

Simone. Simone Biles llegó a Tokio envuelta en la aureola que sólo rodea a las verdaderas estrellas. Cinco veces campeona del Mundo, campeona olímpica, decenas de triunfos y de retos alcanzados la convirtieron en una verdadera leyenda de la gimnasia, sólo comparable a Scherbo o Comanenci. En apenas 1,45 de estatura, Biles esconde una potencia capaz de propulsarla donde ninguna gimnasta lo hizo antes y le ha permitido ejecutar ejercicios de enorme complejidad. Pero no son sólo los mortales y la innovación en los aparatos gimnásticos lo que la convirtieron en la estrella que es; su secreto no está sólo en su fuerza muscular sino en su carisma.

 Superviviente de una infancia difícil, criada por sus abuelos que la han protegido todos estos años, Simone superó cada obstáculo que fue encontrando, incluso los abusos a los que la sometió Larry Nassar, ex médico de la selección americana y autentico depredador de las jóvenes deportistas que caían cerca de él. Por eso, cuando esta tarde decidió abandonar el concurso por equipos, la noticia corrió como un reguero de pólvora por teletipos y redes sociales.¿Qué le sucede a Biles?. ¿Volverá al concurso individual?. ¿Cómo es posible que no haya competido para asegurar un nuevo oro olímpico a USA?… Simone Biles decidió salir de la competición y dejar su puesto a una compañera por culpa de la presión a la que está sometida; así lo reconoció la federación americana en un comunicado y así lo confirmó la propia gimnasta. Ganadora de mil batallas, Simone no quiere perder la guerra contra sí misma. Sabe que nada es más preciado en una persona que su propio equilibrio mental y que este es esencial para afrontar cualquier reto, también el de una medalla. Sabe que, por encima de los metales y de los pódiums, está ella misma y su serenidad. “Hay cosas más importantes que la gimnasia”, explicó. Como dirían las comentaristas… “lo clavó”.

Carla. Carla Suárez cumplirá 33 años el próximo 3 de septiembre, pero algunos días antes conmemorará los primeros doce meses de su “nueva vida”. El 1 de septiembre de 2020 la tenista anunciaba su retirada temporal para tratar un Linfoma de Hodking que le habían diagnosticado. Siete meses después volvió a los entrenamientos tras meses de una dureza que sólo quienes padecen un cáncer conocen de primera mano. Hoy se despidió de los JJOO con la grandeza y la emoción que siempre la han definido. Carla no estaba sola.  A su lado su amiga Garbiñe, unos de sus principales apoyos durante este tiempo, hecha un mar de lágrimas. Muguruza aspira a todo en estos Juegos, pero su principal empeño era compartir una medalla con Carla, regalarle el mejor final posible para una más que digna carrera deportiva. No pudo ser.

Carla se retira del tenis pero, con toda seguridad, seguirá vinculada al deporte. El linfoma le robó un tiempo único, unos meses preciosos que no volverán,  pero le regaló el respaldo y cariño masivo, no sólo del mundo deportivo, sino de toda la sociedad española. Hoy se quedó sin medalla, en sus últimos Juegos, en su última oportunidad. Pero… ¿quién necesita una medalla teniendo al lado una amiga como Garbiñe?

Publicado por Mar Barcon Sanchez

Madre, médico, socialista, coruñesa nacida en Ortigueira. Razonablemente feliz.

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