El 21 de junio de 2005 el resultado de las elecciones autonómicas dejaba en minoría al PP de Manuel Fraga y sus discípulos – a la sazón Barreiro y Feijoo-. Los 25 escaños del PSdeG y los 13 del BNG visibilizaban el hartazgo de una sociedad que llevaba 16 años bajo el gobierno y la mayoría conservadora. Tras fiestas, fiestiñas, inauguraciones de fervenzas (cascadas), romerías y millones en propaganda institucional, Fraga había caído víctima del desastre del Prestige, las armas de destrucción masiva de Aznar y, sobre todo, del cansancio de un electorado que veía una y otra vez a Galicia a la cola de las CCAA en todas las ratios.
Pero, en sentido estricto, el cambio había comenzado a producirse unos años antes, cuando poco a poco asomaban los gobiernos progresistas a los municipios. Desde 1999, además de la comarca coruñesa, baluarte de la izquierda municipalista desde la llegada de Paco Vázquez y los alcaldes del área, por toda Galicia – especialmente en la urbana- empezaban a alumbrarse gobiernos y coaliciones que suponían un verdadero contrapoder al de Fraga. A ello se sumaban los de las diputaciones de A Coruña y Lugo, también en manos socialistas y Francisco Vázquez convertido, de nuevo, en presidente de la FEMP, con lo que la política gallega empezaba a perder aquél pesado tono monocorde donde el PP fraguista era el alfa y el omega de Galicia. Ya lo decía el slogan.. “Galego, coma ti”.
En 2005 a don Manuel no le resultó suficiente la “sentimiento” ni la pujanza de sus jóvenes valores que asomaban la cabeza ni siquiera ese tono amable que los medios de comunicación habían mantenido siempre con él.. Para “Madrid”, mantener a Fraga en Galicia había sido una tranquilidad. Dedicado a la cosa autonómica, el ex Ministro franquista se había convertido en una suerte de “contravoz” de los suyos. Cuando al PP madrileño le daban arrebatos centralistas, don Manuel reclamaba que se escuchase a los presidentes autonómicos y ya tenía garantizados docena y media de artículos alabándolo como “estadista”. Fraga era una suerte de “mini verso suelto” del PP y a los suyos les encantaba tenerlo, convencidos de que no era un peligro en la política española y les daba una pátina de “debate” que les venía muy bien. Entre eso y los anuncios institucionales, el apoyo estaba asegurado y el embrujo sólo se rompió con el chapapote invadiendo las costas gallegas y miles de personas limpiando con sus manos.. Aún así, en plena campaña autonómica, algunos medios compraron encantados aquél disparate de “Plan Galicia” que no dejó nada más que planas pagadas en los periódicos y anuncios por las carreteras y las leiras de Galicia entera.
El gobierno de coalición presidido por Emilio Pérez Touriño supuso un paréntesis de progreso muchas de cuyas medidas hoy se reclaman como urgentes.. En el primer Consello de Goberno efectivo, en septiembre, se aprobó la gratuidad de los libros de texto; meses más tarde llevó a los colegios público el servicio de comedor, amplió el número de becas e impulsó la red tecnológica en la mayoría de los centros en toda la comunidad. Galicia se convertía en una de las primeras CCAA en proteger los derechos del alumnado y situar la educación en el centro de las prioridades. Lo mismo podemos decir de la sanidad, con aquella deuda que arrastraba de casi 400 millones de euros que hubo de ser sufragada, al tiempo que se hacía un esfuerzo inversor como nunca antes.
También en las primeras semanas se levantó el peaje de Rande y de A Barcala, eliminando un coste injusto que asumían decenas de miles de familias en las dos áreas urbanas más pobladas de Galicia. Desde Política Territorial se hizo un esfuerzo enorme por proteger nuestra costa y evitar las construcciones sin medida que proliferaban en pueblos y villas costeras cuando algunos alentaban al consumo voraz del territorio en nombre de un mal entendido desarrollo económico. Cuando hoy hablamos de proteger la costa, de sostenibilidad y de protección ambiental hablamos, exactamente, de lo que hizo –o intentó- Touriño. No necesito deciros que buena parte de las medidas fueron borradas de un plumazo en 2009 con la llegada de Núñez Feijoo.
Hoy, en 2020, vivimos una situación de cierta similitud al fraguismo. Si don Manuel era un “estadista”, Feijoo es “moderado y buen gestor” para los medios que le colocan como “contrapeso” de Casado, especialmente tras la pandemia. No hay análisis medianamente riguroso que resista semejantes calificativos, pero es cierto que vivimos en un momento en que la política es más twitter que realidad y en que el llamado “relato” parece más importante que los hechos. En once años Galicia ha perdido miles de empleos, población y veinte puestos en el ranking de las regiones más competitivas de Europa. Nuestros jóvenes más formados han convertido la emigración en la principal opción de vida y la innovación y el empleo sólo se sostienen gracias a media docena de firmas encabezadas por Inditex y Citroen. Cualquier familia que solicite una ayuda para una persona dependiente sabe que antes de año y medio ni le contestan, la situación de mayores en residencias sigue el mismo guión que en Madrid –con o sin pandemia- y de la preocupación de Feijoo por la sanidad habla su intención de cerrar el paritorio de Verín, el déficit de plazas de personal que ha mantenido en estos años o el famoso cheque regalo de 250 euros con el que piensa “premiar” el esfuerzo de quienes pararon el Covid en UCIs y salas de Reanimación.. Enfrente, las elecciones municipales del pasado año confirmaron que la mayoría de los vecinos y vecinas tienen hoy un alcalde o una alcaldesa progresista. Además, por primera vez en la historia, tres de las cuatro diputaciones están gobernadas por socialistas; Feijoo sólo mantiene Ourense, tras un vergonzoso acuerdo que le dio la alcaldía de la capital orensana a Jácome. Populismo y caciquismo por el mismo precio.
Pero a quién le interesa la realidad si tenemos un buen titular.. Feijoo, el moderado. En dos meses de pandemia la TVG estuvo exclusivamente a su servicio, el Parlamento prácticamente cerrado y no dio explicación alguna. Cada día criticó una y otra vez al Gobierno. Si faltaba material era culpa del gobierno, si la UME desinfectaba no lo hacía bien del todo, si sobraba material era culpa del gobierno. si se mantenía el Estado de Alarma, mal; si no se mantenía bien pero mal, que venían turistas (por culpa del gobierno). Si no vienen turistas, será culpa del gobierno.. Eso sí. Todo esto dicho con menos acritud que Casado y sin la mirada de eterno desprecio que se le pone a Cayetana.. Un moderado.
El próximo 12 de julio es posible que a la gente, en Galicia, le importe más la vida real que los intereses de unos pocos. Quizás ese día recordemos las becas recortadas, los retrasos de las listas de espera, el paro, la falta de oportunidades, los incendios, el eterno conflicto del sector primario, la falta de pediatras, los tratamientos de enfermos de hepatitis, las familias yendo a Portugal a comprar las vacunas, los dos mil euros que hay que pagar por una residencia de mayores o la falta de impulso y ambición que ha tenido este gobierno durante once años. Quizás ese día a los gallegos nos importen más nuestras vidas y los problemas que la Xunta no quiere ni sabe resolver que ese vodevil de supuesta “política con mayúsculas” que piensa en todo excepto en el principal objetivo de la política: servir a los ciudadanos. Ojalá.